lunes, 29 de noviembre de 2010

Cuestión de prioridades


Mucho se ha hablado esta semana de dinero, de revoluciones y otros menesteres,  y pensando en dinero y en la forma de administrarlo me acordé de un tema sobre el que llevaba tiempo dando vueltas...

Una vez más llega el invierno y de nuevo las urgencias comienzan a saturarse. Esta semana leía un post en el blog Mondo Médico donde @Sophie nos daba su punto de vista de "por qué hay que esperar tanto cuando vas a urgencias". Yo personalmente creo que, además de todo lo comentado en el citado post de forma tan acertada, hay que tener en cuenta también la escasa infraestructura con la que contamos en la mayoría de los servicios de urgencias.

No sé cómo será en el resto de hospitales, pero en el mío, el Servicio sigue igual que hace 30 años, a pesar de que la población no para de crecer...Esto en definitiva significa que a pesar que la demanada asistencial se ha elevado exponencialemente con el paso de los años, seguimos disponiendo del mismo número de boxes para atender a los pacientes, del mismo número de camas de observación, etc., etc....y por supuesto, en las guardias típicas de invierno, es absolutamente frustrante encontrarte con todo colapsado y con la sala de espera llena de pacientes, sin poder visitarlos por no tener espacio físico donde hacer tu trabajo....

En repetidas ocasiones se ha dado cuenta de esta situación a los estamentos oportunos, obteniendo siempre la misma respuesta: "Es un mal momento, ahora no hay dinero, etc., etc...", en repetidas ocasiones se nos piden ideas y proyectos para mejorar el servicio, pero todo acaba quedando siempre en nada...y una entiende que el tema económico está en estos tiempos muy delicado, pero si ese es el verdadero motivo, por qué entonces se invierten millones en comprar determinadas tecnologías y aparatejes para determinados especialistas? o en hacer un super quirófano tecnológico? o tantas otras cosas que podría enumerar.....

Por supuesto no digo yo que estas cosas no sean necesarias y supongan un beneficio para el paciente, de eso no hay duda, pero después de tantos años una acaba pensando que quizás sea más rentable invertir en este tipo de cosas que venden más, políticamente hablando,  que salen en los periódicos y que se suponen dan prestigio a los hospitales, por ser los primeros de Europa en tener tal aparato o tal otro...

En fin, que está claro que todo es importante, pero en las trincheras siempre acabas teniendo la sensación de que importa todo menos urgencias...que a pesar de que en el hospital haya un super quirófano super docente y tecnológico, nosotros seguimos cosiendo heridas con kits que no contienen ni tijeras para cortar el hilo, ni un simple mango de bisturí...donde pedir un pequeño aparato para medir gases e iones en situaciones de urgencia vital se sale del presupuesto asignado, por no hablar ya de los aparatos necesarios para la ventilación mecánica no invasiva....en fin...que es una pena, porque si en el fondo lo que preocupa es la imagen que se da a la población, no se deberían olvidar los administradores que los Servicios de Urgencias son la puerta de entrada a los hospitales, la cara con que el hospital se presenta a sus usuarios, y es muy triste comprobar año tras año, que siguen habiendo otras prioridades...

Tengo que decir claro, que esta es la opinión de una persona totalmente lega en el tema de la gestión económica, y que principalmente se preocupa por desarrollar su labor profesional de la forma que más beneficie a sus pacientes, y este es el motivo del post, pues desde el desconocimiento técnico una acaba por sacar este tipo de conclusiones, y creo que hablar de ello y compartir reflexiones puede ser una buena manera de entender otros puntos de vista...al menos, una forma más constructiva que la crítica gratuita que se ha venido llevando a cabo esta última semana...

jueves, 25 de noviembre de 2010

¿Qué aporta Miguel Ángel Máñez al sistema sanitario?

Yo no tengo el placer de conocerlo, pero aún así, me sumo al homenaje!

Muchos de los que conocen a Miguel Ángel Mañez pueden decir sin rubor que se ha convertido en una referencia profesional y personal. Como economista, desempeña actualmente un cargo directivo como Subdirector económico y de RRHH en el Hospital Universitario Sant Joan – Agencia Valenciana de Salud, que compagina con una febril actividad paralela en el mundo de las redes sociales.

Pese a no ser sanitario asistencial y pertenecer al nivel de mesogestión, hay muchas cosas que Miguel Ángel aporta a los médicos de a pie. Esto en principio es muy extraño en el medio sanitario en el que los directivos no suelen servir de inspiración a sus subordinados. No hablaré de su capacidad de trabajo, profesionalidad y habilidades comunicativas, que son muchas. Traigo a colación su labor en la gestión de redes sociales profesionales y su aporte para el cambio de mentalidad profesional, tan necesario en nuestro ámbito.

La creación de redes está siendo uno de los mayores retos que nuestro sistema sanitario, al igual que la sociedad, está acometiendo. En un mundo globalizado se hace cada vez más complejo trabajar solo, aislado. En una disciplina científica y humanista como la medicina es ahora completamente imposible. Pero este hecho no es valorado así por muchos profesionales que siguen remando en solitario. Las redes sociales profesionales no son más que grupos de personas que se comunican y comparten entre ellas, sin necesidad de que exista una proximidad física, curricular o cualquier otra. Las herramientas electrónicas a nuestra disposición nos lo permiten. Esto implica un cambio de mentalidad profesional. Y es aquí donde Miguel Ángel nos está ayudando a todos con su incansable actividad y su función de nodo de red, de facilitador.

Es un nuevo estilo de liderazgo que no se basa en el poder, el conocimiento ni en las recomendaciones. Se basa en la comunicación y en el compartir. A mayor comunicación, a mayor apertura, a mayor capacidad participativa, mejor situación ocupa uno en la red virtual, más conexiones puede formar. Internet está desmontando las estructuras piramidales y facilitando otras horizontales, donde el poder se reparte de otras formas y el liderazgo también. Permite la emergencia de líderes naturales y esto nos va a ayudar sobremanera, dejando en dique seco el modelo de dirección tradicional.

Todos formamos parte de alguna red, los profesionales sanitarios de nuestra red virtual sanitaria. Lo habitual es tener unas pocas conexiones con nuestro equipo de trabajo próximo, algunos amigos o colegas o conocidos y poco más. Desde hace poco tenemos posibilidad de establecer conexiones con profesionales más o menos lejanos pero que comparten con nosotros un interés o alguna inquietud. Estamos llamados a participar.

Siempre podremos elegir entre permanecer en el margen, con pocas conexiones, o tirarnos a la piscina y arriesgarnos a trazar redes complejas que nos acerquen a otros mundos, otras ideas, otros retos. Ante nosotros se abre un salto evolutivo. Los que den el paso abrirán sus mentes a algo nuevo, crecerán, evolucionarán… cambiarán.
Los que no lo hagan seguirán trabajando como siempre. Inercia. Obsolescencia. El mundo va muy rápido, definitivamente quedarán atrás.

Estoy de acuerdo con Miguel Ángel en la necesidad de salir de nuestras consultas y despachos, de abandonar nuestras zonas de confort para explorar nuevos espacios y formas de trabajar mejor, de cuidar mejor a nuestros pacientes, de ejercer nuestra profesión de forma más satisfactoria y, permítanme, más divertida. Al fin y al cabo los pacientes prefieren médicos felices y relajados antes que amargados o estresados.

Por todo esto, veía necesario compartir esta reflexión y agradecer a Miguel Ángel todo el esfuerzo que está haciendo, del que definitivamente nos beneficiamos todos, los profesionales sanitarios en primer lugar y los pacientes en segundo. Cuando uno se asoma a nuevos retos y ve lo poco que puede aportar y todo lo que aportan los demás, no queda más remedio que dar las gracias continuamente, quizá también este cambio de mentalidad nos haga más humildes y agradecidos.


Blog de Miguel Angel Mañez: Salud con cosas

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El dolor ajeno

Ya sé que esta campaña lleva unas semanas en internet, y que ha sido motivo de varios post en la blogosfera sanitaria, no pretendo ser original, pero no podía resistirme a colgar este excelente vídeo de Luis García Berlanga:

martes, 23 de noviembre de 2010

Enemigo al acecho

Últimamente no actualizo el blog con la frecuencia que me gustaría. Cuando comencé a escribir, hace tan sólo dos meses, estaba disfrutando de unas estupendas vacaciones, y tenía tiempo para escribir un post al día. Pero desde que me reincorporé de nuevo a la rutina diaria, con estos horarios tan anárquicos que llevamos los urgenciológos, me resulta cada vez más difícil encontrar el momento para aislarme un rato y disfrutar de este mundo del blog y las redes sociales. 

Tengo muchas ideas y temas para futuros post, pero digamos que me faltan horas al día para escribirlos, sinceramente admiro enormemente a todos los blogueros que son capaces de mantener el compromiso de publicar un post al día, me parece algo extraordinario.  

A pesar de todo esto, sigo con muchas ganas de escribir y compartir con vosotros mis inquietudes, así que, aunque sea con menor frecuencia, aquí seguiré siempre que pueda para charlar un rato...

Hoy sin ir más lejos, saliendo de guardia y aún sin dormir, siento la necesidad de escribir este post, y seguro que me acabará saliendo uno de esos post largos, de esos que cuestan de leer, pero es mucho lo que quiero contaros hoy....

Se acercó por los pasillos de urgencias un compañero y amigo, de poco más de 40 años de edad, gran profesional y mejor persona, tal y como ha demostrado cada día con sus pacientes...Hacía días que no le veía porque había estado de viaje, y me alegré al verle aparecer por urgencias, sin embargo no venía con buena cara.

En lugar de venir a contarme su viaje, venía a hacerme una consulta médica, la típica consulta de pasillo que nos hacemos los médicos unos a otros, pues al estar acostumbrados a estar en el otro lado, a veces nos cuesta actuar como pacientes. Me contó que desde hacía unos meses no se encontraba bien, me explicó sus síntomas restándoles importancia, aunque su cara traducía preocupación, la misma preocupación que yo sentí, cuando, tras pasarlo ya a una consulta normal, le exploré y me temí lo que no quería encontrar...

Efectivamente no fué difícil llegar al diagnóstico, se trataba de un cáncer en estadio avanzado. Con unas sencillas pruebas complementarias ya pude intuir el mal pronóstico que presentaba mi paciente, mi compañero, mi amigo...Como era de esperar, me pidió que le diera todos los detalles de los hallazgos de las pruebas complementarias, aunque a medida que le informaba él asentía con la cabeza como aquel que escucha lo que ya sabía, lo que estaba esperando oir antes o después...

Reaccionó sosegadamente, me explicó que ya se imaginaba algo así, que los síntomas habían comenzado antes de su último viaje, pero que había preferido disfrutar esos días antes de consultar, porque sabía que tendría tiempo para enfrentarse a esto, pero que no tendría mucho más tiempo para viajar, para disfrutar, para vivir...

Guardé la compostura todo lo que pude, conversando con él acerca de la vida y de la relatividad de las cosas, y haciéndome la valiente, tal y como estaba siendo él en ese momento...Finalmente le ingresé, para que pudieran completar el estudio necesario y comenzar el tratamiento oportuno. Él se fué a la planta, acompañado y arropado por su familia, con una expresión de serenidad que no me quito de la cabeza....y yo...yo me quedé ahí abajo, como siempre, intentando concentrarme y seguir con la guardia, pues aún me quedaban unas cuantas horas por delante...

De todo lo que hablé con él me quedo con unas ideas importantes; a veces pasamos mucho tiempo preocupados por cosas sin importancia, a veces vivimos tan deprisa que ni nos damos cuenta, a veces nos enfadamos por cosas absurdas, nos perdemos los detalles del día a día,  dejamos pasar oportunidades sin pensarlo y ni tenemos tiempo de arrepentirnos, a veces nos olvidamos de la suerte que tenemos por estar aquí y por la oportunidad que nos han dado de vivir nuestra vida,  de disfrutar de la gente y del entorno que nos rodea, a veces tu brújula se desorienta y pierdes el rumbo y dejas de ver lo importante, que no es otra cosa que disfrutar cada día de cada momento, porque cuando sientes que esos momentos llegan a su fin, es cuando sientes esa nostalgia y te das cuenta de estas cosas, te sientes tonto por haber desaprovechado tu tiempo preocupándote por una cosa o por otra, y te das cuenta de que todo en la vida es muy relativo, de que a cada cosa hay que darle la importancia que se merece...

A veces...a veces es uno mismo el protagonista de sus propias historias...

viernes, 19 de noviembre de 2010

El chequeo dorado

El otro día acudió a urgencias un paciente por notar una sensación referida como un calambre de unos segundos de duración en la zona del pecho, que desapareció espontáneamente sin otros síntomas acompañantes y sin episodios posteriores similares. 

Acudió preocupado ante posibilidad de haber tenido un infarto. 

En la anamnesis el paciente ya mostraba una tendencia excesiva a preocuparse por síntomas inespecíficos y relacionarlos con enfermedades graves, en resumen, y por no extenderme, podríamos decir que el paciente sufría una hipocondría.

Mientras le preguntaba por sus antecedentes personales, el paciente me sacó de un maletín un dossier de unos 100 folios aproximadamente y lo puso encima de la mesa. Me contó que hace un año se había hecho un chequeo completo en una clínica privada. Estaba completamente asintomático, pero como nunca había tenido ninguna enfermedad, quería estar seguro de que eso seguía así a pesar de encontrarse bien.

Sorprendida ante el tamaño del dossier, comencé a echarle un vistazo. Me encontré con una minuciosa historia clínica y exploración por aparatos, hasta ahí todo me pareció normal. Pero llegamos al apartado de exploraciones complementarias....aquí fué donde me quedé con la boca abierta...

A un paciente totalmente asintomático y sin ningún antecedente patológico en su historia de salud que acudó a una clínica privada solicitando una revisión médica le habían realizado, entre muchas otras cosas: un TAC craneal, torácico y abdominal, una prueba de esfuerzo, un ecocardiograma, una coronariografía no invasiva mediante un moderno TAC multidetector, una colonoscopia virtual, una polisomnografía, una ecografía abdominal, una ortopantomografía, serologías de enfermedades tropicales, pruebas hormonales, coprocultivos, cultivos de orina y hemocultivos, marcadores tumorales, audiometría, test psicométricos y neuropsicológicos, radiografías múltiples, un test de sensibilidad alimentaria, una ecografía-doppler vascular, una densitometría ....y seguro que algo más que me dejo....

Ni que decir tiene que absolutamente todos los resultados eran normales, bueno, excepto una caries dental...A pesar de eso, en las recomendaciones finales había múltiples recomendaciones de asistir a todos los especialistas posibles, por hallazgos insignificantes en la analítica y sin ningún significado patológico, todo ello coordinado por supuesto por su médico de atención primaria...

En definitiva, un paciente sano, se había convertido en un auténtico enfermo carne del bucle del sistema sanitario, y por qué? Pues porque acudió a una clínica privada a realizarse un chequeo médico por su excesiva preocupación por su salud...

Yo no digo que todas las clínicas privadas actúen igual, por supuesto habrá muy buenos profesionales, pero en este caso creo que se cometió un auténtico abuso con este paciente.

No puedo más que deciros que este estupendo chequeo costó más de 8.000 €, y para poder pagarlo el paciente tuvo que pedir un préstamo al banco...Está claro que cada uno puede hacer con su dinero lo que le venga en gana, pero vamos a ver, somos médicos por dios! da igual donde trabajemos, en la pública o en la privada, y no hacía falta haber estudiado mucho para darse cuenta con una anamnesis más cotidiana que este paciente padece una patología contemplada en el DSM-IV y en el CIE-10 llamada HIPOCONDRÍA y cuyos criterios diagnósticos no son difíciles de reconocer, y ante el reconocimento de una patología, como médicos, independientemente de nuestro lugar de trabajo, debemos orientar al paciente y tratar sus necesidades, no fomentar sus miedos y aprovechar la situación para embolsarnos una sustanciosa comisión !!! 

Sinceramente, yo no me considero mejor ni peor profesional que el resto de mis compañeros, pero si algo tengo claro, es que nunca, nunca haría algo así...

Criterios para el diagnóstico de F45.2 Hipocondría (300.7)

A. Preocupación y miedo a tener, o la convicción de padecer, una enfermedad grave a partir de la interpretación personal de síntomas somáticos.

B. La preocupación persiste a pesar de las exploraciones y explicaciones médicas apropiadas.

C. La creencia expuesta en el criterio A no es de tipo delirante (a diferencia del trastorno delirante de tipo somático) y no se limita a preocupaciones sobre el aspecto físico (a diferencia del trastorno dismórfico corporal).

D. La preocupación provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

E. La duración del trastorno es de al menos 6 meses.

F. La preocupación no se explica mejor por la presencia de trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de angustia, episodio depresivo mayor, ansiedad por separación u otro trastorno somatomorfo.

Especificar si:

Con poca conciencia de enfermedad: si durante la mayor parte del episodio el individuo no se da cuenta de que la preocupación por padecer una enfermedad grave es excesiva o injustificada.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Manifiesto Abla 2010


Del ideario colectivo surge este manifiesto.

"Los integrantes de este grupo estamos convencidos de que es necesario avanzar hacia un nuevo modelo sociosanitario más sostenible, participativo y democrático, en el que las relaciones entre la ciudadanía, los profesionales y las organizaciones sean necesaria y oportunamente rediseñadas para lograr una sanidad más accesible y cercana."


Así comienza el texto de este manifiesto escrito por un grupo de profesionales que apuestan por el cambio y la mejora en las relaciones en la sanidad publica y proponen el uso de las redes sociales y la web 2.0 como herramienta para el cambio.
 
Y como me parece una idea muy acertada, y necesaria, desde aquí todo mi apoyo a este Manifiesto coletivo.
 
- Para visitar la web e informarte con más detalle puedes visitar el siguiente enlace:

Manifiesto Abla 2010
 
- También puedes formar parte del fanpage de Facebook:
 

viernes, 12 de noviembre de 2010

Llámame por mi nombre


Hace unos días en un turno normal de trabajo llamé a través del altavoz de la sala de espera a una paciente de 25 años, llamada Silvia. 

Unos minutos después entró un chico al pasillo, y me dijo:

-"Me han llamado"
-"No no, todavía no te he llamado, he llamado a Silvia, por favor espera en la sala de espera"
- "Yo soy Silvia..."
- "Ah, vale, pues pasa, pasa..."

En fin, no puedo negaros que en un primer momento me sorprendí, sencillamente porque no lo esperaba,  pero no por nada más. Venía acompañado de su hermana, que en repetidas ocasiones le llamó Carlos. 

Llevé a cabo la consulta y exploración  y le remití para que se realizara una radiografía, quedando de nuevo en la sala de espera hasta que le volviera a llamar para darle el resultado de las pruebas.

Cuando tuve que volver a llamarle por el altavoz, me pareció absurdo volver a llamar a Silvia, pues estaba claro que auque en su DNI no lo pusiera, él se sentía un hombre y actuaba como tal, así que simplemente llamé a Carlos para que pasara de nuevo al pasillo a recoger sus resultados. 

En realidad no fui consciente de que esto podía ser tan importante para el paciente hasta que ví su cara al entrar y me dió un abrazo agradecido. Carlos se había emocionado al oir su nombre por el altavoz y no el de la extraña que él sentía dentro, según me contaba, no era algo que le pasara habitualmente.

Para mi fue un acto de lo más natural, pero me alegré mucho de haberle transmitido el respeto que considero que merecía, exactamente el mismo que cualquier otro paciente, independientemente de su género, raza o condición social. 

Me hizo pensar, pensar y darme cuenta de que Carlos no lo había tenido fácil, de lo duro que es no aceptarse a uno mismo y no sentirte aceptado por los que te rodean...y me hizo ser consciente de que en situaciones así, un pequeño gesto puede significar mucho...es importante no olvidarnos de estas cosas...

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Las dos caras de la moneda

 Ayer acudió a urgencias un paciente víctima de un atropello. 

Se trataba de un paciente de 45 años, padre de dos niñas, que había salido a correr por mañana antes de ir al trabajo, como cada día.  Iba tranquilo, escuchando su música y repasando lo que le deparaba el día. Era temprano, aún no había amanecido, y había poco tráfico. 

Distraído en sus pensamientos cruzó la vía por un paso de peatones, sin darse cuenta de que un coche se acercaba a toda velocidad....Todo fué muy rápido, salió despedido y fue a dar con la cabeza en un bordillo, sin llegar a darse ni cuenta...

Para mí acababa de empezar el día, empezaba mi jornada en urgencias con normalidad cuando llegó el paciente a urgencias. Presentaba un traumatismo craneal muy importante y estaba en coma, los primeros signos en la exploración indicaban el mal pronóstico. Rápidamente iniciamos las maniobras de reanimación necesarias y completamos la valoración con las pruebas complentarias necesarias...y confirmamos la sospecha inicial...el paciente estaba en muerte cerebral...

En estos casos como médico sientes una gran impotencia por no poder hacer más para salvar la vida de tu paciente, aunque a la vez eres consicente de que aunque esta puerta se cierra para tu paciente, otras puertas se están abriendo para muchos otros pacientes, que están gastando sus últimos cartuchos anotados en la lista de espera como receptores de órganos. Son las dos caras de la moneda, el fin de una vida, y el comienzo de otras...

Y llega el momento de hablar con la familia. Momento especialmente duro en el trabajo de un médico de urgencias. Por muchos cursos que hagas y por mucha formación que recibas para aprender a manejar este tipo de situaciones, nunca te parece suficiente....Cuando estás cara a cara  y a sólas con la familia de tu paciente y tienes que comunicar una mala noticia como esta, ninguna palabra te parece la adecuada....

Cuando tienes que plantear a una familia que acaba de perder a su ser querido la posibilidad de la donación de órganos, piensas en muchas cosas y estás atento en todo momento tanto al lenguaje verbal como el no verbal, y algo que siempre me ha sorprendido gratamente es comprobar como la familia en muchas ocasiones se siente aliviada en cierta medida al escuchar esta posibilidad, pues de alguna manera piensan que al menos la pérdida de su familiar puede tener algún sentido, aunque sea para otros, y la violencia de la pérdida tan brusca, se torna de un cariz un poco más relajado y les deja cierta sensación altruista.

A mi paciente le tocó abandonar la partida de su vida, pero hay muchos otros ahí fuera esperando que están a punto de comenzar a "jugar". Muchos otros pacientes de otros médicos como yo que estarán agradecidos eternamente por esa nueva oportunidad que les brinda la vida,  que les brindan personas anónimas como mi paciente, regalándoles días para disfrutar con un nuevo corazón, un nuevo riñón o unas nuévas córneas...

Os dejo un fragmento de la película "Todo sobre mi madre" de Pedro Almodóvar donde se aborda el tema de la donación de órganos.

Video TODO SOBRE MI MADRE - Almodovar
Cargado por Es-Espanol. - Todas las temporadas y episodios enteros online.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La ironía de la culpa

Hace un tiempo acudió a urgencias un paciente que había ingerido involuntariamente una pequeña cantidad de lejía. 

Se trataba de un paciente de unos 75 años, Manolo, vivía con su mujer, María, en su casa del pueblo. El día anterior, María había estado limpiando la cocina, y había dejado lejía en un vaso al lado del fregadero. 

Manolo llegó por la mañana a su cocina reluciente después de su paseo matutino por el pueblo y de haber trabajado un poco en el campo, muerto de sed, y vió un vaso lleno de "agua", así que dió un buen trago...Rápidamente se dió cuenta de que algo no iba bien, comenzó a sentir como le quemaba en agua en la boca y una sensación de fuego en el pecho....Al oirlo toser, María acudió corriendo a la cocina y se dió cuenta de lo sucedido....Muerta de miedo llamó a sus hijos que trasladaron a Manolo al hospital, no si antes increpar a su madre por la impruencia que había cometido dejando la lejía en un vaso...Ella estaba muy nerviosa y estaba ya mayor, sus hijos decidieron que era mejor que se quedara en casa a la espera de noticias.

Llegó Manolo a urgencias con sus hijos, con los síntomas típicos de la ingesta de un cáustico. Sin embargo, dado que Manolo se había dado cuenta de que el contenido del vaso no era agua, no había ingerido una gran cantidad, y aunque los daños que había sufrido revestían gravedad, todas las pruebas que le realizamos parecían indicar que iba a evolucionar favorablemente, quedando quizás con alguna secuela, pero se recuperaría...

Informé a los hijos del pronóstico, tranquilizándoles en la medida de lo posible, les expliqué que le íbamos a ingresar para continuar con el tratamiento y observar su evolución, pero que esperábamos que todo fuera bien y volví con el paciente.

Los hijos llamaron a María a la casa del pueblo para comunicarle las buenas noticias, pero María no contestaba al teléfono, lo intentaron varias veces sin suerte...intranquilos vinieron a decirme que iban a ausentarse un rato, pues estaban preocupados por su madre, y querían ir a buscarla para traerla con Manolo ahora que había pasado el peligro. Les dije que no se preocuparan, que Manolo estaría unas horas más en urgencias y yo estaría con él.

La guardia siguió como siempre, con el trasiego de pacientes típico de los servicios de urgencias, hasta que unas horas más tarde vi entrar por la puerta una ambulancia. Traían a una paciente de unos 70 años, inconsciente y con evidentes signos de gravedad, corriendo detrás venían los hijos de Manolo con la cara desencajada. 

Era María, mientras esperaba noticias de su marido allí sóla en su casa, pensó que Manolo moriría por su "culpa", por su imprudencia al haber dejado la lejía en un vaso en la cocina, se sintió desolada, ella no se lo perdonaría nunca, y sabía que sus hijos tampoco lo harían. María no podía vivir eso, con la carga de haber "matado" al que había sido su compañero durante toda su vida...Vió la botella de lejía, y decidió quitarse la vida de la misma forma, decidió que la vida no merecía la pena sin Manolo y pensó que lo justo era acabar igual que su marido, así que se bebió toda la lejía que quedaba en la botella, no un sorbo como Manolo, sino toda la botella....

Así llegó María a urgencias, sumida en la culpa y la pena y en estado muy grave...Intentamos estabilizarla con todas las medidas posibles, pero tras realizarle las pruebas pertinentes pudimos comprobar que en su caso los daños eran demasiado extensos, y en esta ocasión, no había nada que pudiéramos hacer, los daños eran irreversibles y ni siquiera la cirugía podía ayudarla....Conseguí poner a María en una cama al lado de Manolo, a ella se le iluminó la cara al ver que su marido estaba bien...y con esa sensación la dejé antes de sedarla para evitarle el dolor que suponían sus lesiones....

Manolo se recuperó físicamente en unos días, pero María no lo consiguió...

Os parecerá una historia propia del cine o la televisión, en cierta medida recuerda un poco a la historia de Romeo y Julieta, pero esta historia que os cuento es real, la viví de cerca en una guardia hace unos meses, y no puedo transmitiros con palabras la pena que sentí cuando los ví a los dos en urgencias y comprendí los motivos que habían llevado a María a tomar la determinación de acabar con su vida de la misma forma que ella pensaba que había hecho con Manolo...



"El veneno, lo veo, ha causado su fin prematuro. -¡Oh! ¡Avaro! ¡Tomárselo todo, sin dejar ni una gota amiga para ayudarme a ir tras él! -Quiero besar tus labios; acaso exista aún en ellos un resto de veneno que me haga morir, sirviéndome de cordial"
Romeo y Julieta

jueves, 4 de noviembre de 2010

El supermercado sanitario

Es que es lo que parece a veces, un supermercado...Cada vez es más frecuente que acudan pacientes a urgencias solicitando una prueba complementaria a demanda:

-"Hola María, cuénteme, ¿que le pasa?
- "Pués vengo para que me hagan un TAC..."
- "Bueno María, y qué le parece si empezamos por el principio y me dice lo que le pasa...?"
- "Pues ya le digo, que me duele la cabeza, y como mi médico no me hace caso, vengo para que me haga usted un TAC, no vaya a ser que tenga un tumor cerebral como mi vecina, que empezó a así y no le digo yo donde está ahora...."

En realidad, la cuestión no es que su médico no le haya hecho caso claro, es simplemente que su médico no ha considerado que el paciente tuviera indicación para la realización de la prueba complementaria que solicita el paciente por unos motivos médicos concretos...Pero últimamente eso parece importar cada vez menos, y hay pacientes que no se contentan con una opinión médica, por mucho que se lo expliques o que inviertas el tiempo necesario, no es suficiente, y no cesan en su empeño hasta que no se les realiza la prueba en cuestión, y si no lo haces, comienzan con las amenazas de las demandas y cosas por el estilo, tema que abordaremos en otro post...

Entiendo perfectamente la preocupación que pueda tener un paciente a una enfermedad concreta ante la presencia de un síntoma, todo el mundo tiene algún conocido al que le ha pasado tal cosa o tal otra,  y hoy en día hay mucha información a nuestro alrededor, aunque a veces no esté bien filtrada o enfocada, y eso genera aún más preocupación y confusión en los pacientes. 

Por eso, pero ante un problema de salud, uno busca la ayuda de un profesional, y siempre es mejor dejarse aconsejar por ese profesional, puesto que lo que ha sido bueno para un paciente, no siempre tiene por qué ser bueno para otro, auque tenga un síntoma parecido...el cuerpo humano es un organismo complejo, y se necesitan años de estudio y experiencia para intentar interpretar los mensajes que nos envía cuando algo no va bien...

Ir al médico no es como ir al supermercado, pedir una eco o un TAC no es como pedir un Kg de tomates, incluso en esos casos les solemos pedir a la dependienta que nos elija los productos de mejor calidad...

Esa es mi reflexión, hay que dejar que los profesionales sanitarios hagan su trabajo, confiar un poco en la medicina y en el criterio de un profesional que se ha formado para desempeñar esa labor. Hay que pensar que, si ese profesional considera que esa prueba complentaria es necesaria para un paciente, no es necesario que el paciente se la pida, pues su médico no dudará ni un momento en solicitarla, aunque sean las 3 de la mañana y tenga que despertar al radiólogo y llevarse alguna mala respuesta, a ese profesional eso "le da igual",  pues al fin y al cabo cuando uno está ahí es para eso, para buscar lo que es mejor en cada caso concreto y para cada paciente...

Os dejo este fragmento del último capítulo de la serie House, que aunque por unos motivos diferentes, ejemplifica más o menos lo que os quiero decir: 

martes, 2 de noviembre de 2010

Choque de creencias

Hace un tiempo acudió a urgencias un paciente que estaba vomitando sangre. El paciente presentaba signos que traducían una pérdida sanguínea importante y precisaba de una actuación inmediata. Tras la anamnesis y valoración inicial me dispuse a informar al paciente sobre la situación y le indiqué que, entre otras medidas terapéuticas, iba a ser necesario realizarle una transfusión sanguínea, una terapia bastante frecuente en diversas situaciones de urgencias.

Hasta ahí todo transcurrió con la "normalidad" que se puede esperar en este tipo de situaciones, entendiendo "normalidad" como el transcurso habitual de los procesos médicos según los protocolos establecidos. Sin embargo, pude observar la expresión del paciente cuando le informaba acerca de la transfusión de sangre. Su expresión era de rechazo absoluto,  y en un principio no alcanzaba a comprender por qué. Normalmente los pacientes sienten aprensión a este tipo de terapias, es lógico, pero no suelen expresar ese rechazo tan categórico, a no ser que haya alguna otra razón para ello que el mero escrúpulo.

Este era el caso de mi paciente, rápidamente me explicó que sus creencias religiosas no le permitían aceptar dicho tratamiento, era Testigo de Jehová, y según me explicó, para él, aceptar que se le realizase una trasnfusión suponía no acatar la voluntad de Dios, según lo que entendían de diversos pasajes de la Biblia, y eso conllevaría perder la esperanza de la resurrección  y la vida eterna, además de dar la espalda al resto de su comunidad, con el consiguiente rechazo social que eso le supondría....

Yo me considero una persona de mente abierta, y en general capaz de ponerme en el lugar de los demás, o al menos, capaz de intentarlo, soy respetuosa con las creencias y opiniones de mis pacientes, y en el resto de ámbitos de mi vida en general, pero en esta ocasión, pude vivir de cerca un conflicto ético que me tuvo en vilo durante bastante tiempo.

Las otras medidas terapéuticas que se instauraron no resultaron efectivas y dada la gravedad del proceso que presentaba el paciente la única solución viable era una cirugía de urgencia. Pero para poder realizar esta cirugía también era necesario contar con la reposición de la pérdida de sangre que presentaba el paciente, pues de otra manera, su vida corría serio peligro.

Mantuve una conversación al respecto con el paciente, informádole de que podía morir si no aceptaba la trasnfusión, pero su convicción era férrea, y me afirmó impasible, que si eso era lo que estaba escrito para él, pues así sería, prefería morir antes que recibir una trasnfusión y dar la espalda a sus creencias.

Impotente, salí a buscar el apoyo de sus familiares, con la esperanza de que al hablar con ellos compredieran la situación de riesgo vital y consiguieran hacerle entrar en razón...Pero de nuevo me encontré con la misma barrera, como era de esperar, ellos compartían su convicción y de la misma forma asumieron la muerte de su ser querido antes que aceptar la transfusión.

Entonces me planteé varias cosas, por un lado mi labor como médico consisten en promover y mantener la salud de mis pacientes y por otro lado mi deber es ofrecer a cada paciente el método terapéutico más efectivo y a la vez menos lesivo para su patología. Y aquí entra la complejidad del concepto de lesividad, pues lo que uno puede considerar poco lesivo para el cuerpo, puede en ocasiones suponer un gran agravio para el alma, y al fin y al cabo, el ser un humano no es una máquina que haya que reparar, es en realidad, un complejo conjunto físico y emocional, y el concepto de salud, depende del bienestar de todas las esferas que componen el ser humano.

Así pues, ofrecí al paciente toda la información que pude respecto a su situación y las consecuencias de sus actos, recordándole la absoluta confidencialidad de su decisión, especialmente importante si decidía aceptar la transfusión y pude comprobar como, efectivamente, se encontraba en plenas facultades para tomar la decisión que estaba tomando, por lo cual, me vi obligada a acatar lo que me pedía y aceptar su rechazo. 

Así lo hice, y así le acompañé durante el proceso, siempre dejándole ver que si en algún momento cambiaba de opinión, una sóla palabra sería suficiente, pero no lo hizo, no cambió de opinión, se mantuvo firme a pesar de sentir como su vida pendía de un hilo, transmitiendo esa paz espiritual que conlleva el creer que estás a punto de emprender un nuevo camino...pero aún hoy me pregunto: ¿es eso suficiente para mi como médico?