La atención sanitaria en urgencias se caracteriza por la rapidez de la interacción y toma de decisiones, y eso en determinadas circunstancias puede ir en detrimento de la relación médico-paciente, pues en pocos minutos debes intentar llegar a conocer lo máximo de la historia del paciente. Normalmente esto se consigue haciendo una entrevista muy dirigida, cosas como alergias medicamentosas, antecedentes personales, tratamientos….se preguntan casi de forma sistemática y esperando respuestas cortas para centrarte en lo importante, que es la patología urgente que presenta el paciente en ese momento. Sin embargo, existe algo curioso en esta relación que hace que en pocos minutos se llegue a crear una relación estrecha con el paciente. En esto influyen múltiples factores, entre otros los dependientes del profesional, es decir, la capacidad del médico de urgencias a la hora de establecer una relación simétrica y familiar, y a transmitir cercanía al paciente y sobre todo empatía, un término muy en boga y a la vez absolutamente necesario en estos menesteres. Cuando los pacientes con una patología realmente urgente acuden a urgencias se sienten totalmente desprotegidos y vulnerables, por lo que necesitan de un profesional capaz de hacerles sentir de la forma más natural y cómoda posible sin olvidar transmitir la seguridad que el paciente necesita.
Habitualmente los pacientes que llegan a urgencias en transporte sanitario urgente llegan sólos, sin la seguridad de sus familiares, y se encuentran en un ambiente extraño sin saber lo que les ocurre,con el miedo y la inseguridad que eso conlleva. Ya una vez estabilizado el paciente pasa a la sala de observación, donde habitualmente no pueden acompañarlos sus familiares. Es en este momento cuando cobra mayor importancia la relación médico-paciente en urgencias, pues su médico pasa a ser su punto de referencia y su nexo de comunicación con sus familiares. Lamentablemente, en el día a día y con la sobrecarga que hay en los servicios de urgencias uno acaba descuidando esta relación para poder atender a nuevos pacientes, y por eso este blog y esta reflexión, normalmente cuando acabo una guardia intento pensar qué ha pasado y cómo podría haberlo hecho mejor, y aunque intento ser cuidadosa en este aspecto, siempre pienso que me queda mucho por hacer.
Ahí va mi nuevo propósito.
Este verano fuimos a urgencias con mi hija, la médico que la etendió le contaba a mi marido “el niño anterior lloraba mucho, no tenía más remedio que drenarles las anginas, me siento mal haciéndole daño, me perturba”. Entre mi hija y el crio había atendido a varias personas más, mi marido le dijo eso de “nada, tranquila, no te preocupes”
ResponderEliminarSomos seres humanos, tengámolo en cuenta.
Concuerdo contigo,en mi caso procuro sistematizar en mi blog esta relación médico paciente.En poco tiempo debmos hacer muchas cosas.
ResponderEliminarMi aprendizaje es que tocar al paciente cuando llega ,o al informarle cuando llega es lejos lo fundamental
Tienes razón Juana, todos somos humanos...
ResponderEliminarGracias y un saludo
El tiempo es un factor muy importante en urgencias y delimita muchas actuaciones y situaciones que vivimos, pero es verdad que un signo de cercanía a un paciente, como una mano en el hombro, no cuesta nada de tiempo y tiene mucho valor.
ResponderEliminarGracias Jose Luis y un saludo